Por Dalmiro Maggioli*
Es evidente que el sistema educativo argentino actual (al igual que el de muchos países del continente) está lejos de la necesidad actual de la sociedad y sobre todo de los alumnos y docentes.
Es uno de esos hechos que todo el mundo conoce, sobre el que casi todos coinciden pero con el que suceden dos cosas particulares. Por un lado, hay una zona de confort de la que cuesta salir. Por otro lado, hay un debate muy variado respecto a qué es lo ideal.
Respecto a la dificultad, desinterés o desmotivación para salir de la zona de confort en la que están muchos dirigentes y educadores, suele preguntarse cuál es el costo. Cuánto y cómo nos cuesta salir de esta comodidad. Cuando uso la palabra costo no me refiero necesariamente a lo económico sino a todo el cambio que implica. La zona de confort es muy peligrosa para las personas y también para las instituciones. Actúa de la misma forma en ambos casos. Así como vemos una persona que no progresa en la vida también podemos ver sociedades e instituciones que no progresan.
Respecto a qué es lo ideal, pienso que primero hay que sacarse de la cabeza la idea de que este debate tiene una sola respuesta correcta o que hay un grupo ganador y un grupo perdedor. Es un debate esencialmente filosófico por lo que deberíamos estar bien predispuestos a disfrutarlo y que nunca termine. Esto no significa dejar de lado la parte práctica, que también puede ser definitoria a la hora de adoptar políticas públicas o que impacten en muchas personas.
En este sentido creo que hay algunas filosofías, pedagogías, sistemas educativos o herramientas pedagógicas muy valiosas y con fundamentos poderosos que están dando resultados interesantes en todo el mundo. No querer ver esto como un nuevo paradigma educativo habla más de la negación de uno que de las ideas en cuestión.
¿A qué ideas me refiero? Algunos ejemplos son:
- Sistema educativo finlandés
- Sistema democrático en general
- Pedagogía Montessori
- Pedagogía Waldorf
- Yoga y meditación
- Programación, robótica y otras tecnologías
Estos ejemplos que doy no son absolutos ni perfectos y dentro de cada uno de ellos hay muchas páginas escritas y escribiéndose, además de disidencias, puntos de vista y todo tipo de aportes valiosos.
Hay educadores que toman partes de uno, partes de otro y generan su propia concepción sobre cómo debería ser un sistema educativo, un colegio o institución similar.
Son temas amplios y hay que alejarse de los fanatismos y otro tipo de cuestiones subjetivas. Se trata de buscar lo mejor para los alumnos y las generaciones que vienen.
¿Qué estamos esperando como sociedad para incorporar lo mejor de estas herramientas en la currícula diaria?